Vista de la isla Grosa frente a La Manga del Mar Menor.
La comarca del Campo de Cartagena se encuentra situada sobre un sector de la corteza terrestre muy activo geológicamente; nuestro territorio se asienta sobre el borde meridional de la placa euroasiática hacia la que converge el continente africano, subduciéndose éste bajo la Península Ibérica y haciendo cabalgar a ésta sobre el borde norteafricano. Dentro de algunos millones de años, los dos continentes se unirán y el Mar Mediterráneo se desecará por completo.
Esta situación en las cercanías de un borde convergente ha tenido muchas consecuencias importantes en nuestro paisaje y nuestra historia.
Por un lado, nos encontramos en una de las áreas con mayor riesgo sísmico de Europa.
Registro de seismos en la Península Ibérica. Fuente: IGN.
En tiempos recientes, la tierra nos ha recordado varias veces que vivimos en una zona muy sísmica, como en 2011, cuando la tierra tembló en Lorca con un terremoto de magnitud de 5,1 Mw. Hace no tanto tiempo, en 1790, la propia ciudad de Cartagena fue sacudida por el gran terremoto de Orán de 1790, que hizo que España decidiera abandonar esta plaza norteafricana después de varios siglos de soberanía, y, muy especialmente, por el gran terremoto de Torrevieja ocurrido en 1829, al que se le calcula una magnitud de 6,6 Mw, que causó numerosas bajas humanas en todo el sureste y que destruyó en nuestra ciudad 323 edificios, incluidos casi todos los conventos e iglesias.
Por otro lado, el constante empuje de la placa africana ha generado gran parte del relieve de la Península Ibérica y, más concretamente, en nuestra región le debemos la elevación de las sierras litorales y prelitorales de la Región de Murcia.
Otra consecuencia de este movimiento de las placas tectónicas es el vulcanismo: Debido a de procesos de tensión y distensión de las placas, a partir del Mioceno, y por las fracturas o fallas generadas en estos movimientos, ascendió el magma que dio lugar a diversos episodios volcánicos del sureste español.
En este mismo proceso, el calor interno de la tierra generó el ascenso de minerales metálicos por medio de potentes fenómenos hidrotermales hacia la superficie y la formación de los ricos yacimientos de plomo, plata, zinc y otros minerales de nuestra sierra minera de Cartagena-La Unión.
Lingotes romanos de plomo extraídos de las minas de Carthago Nova. Museo Arqueológico de Cartagena.
Primera etapa: los volcanes de andesitas del Mioceno.
Entre hace unos 11 y 7 millones de años, durante el periodo denominado Mioceno, se produjo el primer episodio de fenómenos volcánicos en nuestra comarca. Es en este momento cuando surgieron las islas y cabezos volcánicos en el Mediterráneo, el Mar Menor y el entorno de las ciudades de Cartagena y La Unión. Las erupciones volcánicas fueron de tipo stromboliano - similares a las producidas en el reciente episodio volcánico de La Palma en 2021- formando edificios volcánicos compuestos por andesitas principalmente. También se generaron en este periodo los yacimientos de minerales metálicos de la sierra minera de Cartagena-La Unión.
Todos estos volcanes del Mar Menor y Campo de Cartagena se encuentran muy erosionados, habiendo perdido su característico cráter, con la excepción del volcán de la isla del Barón, donde aún puede intuirse un cono muy erosionado en el pico central de la isla. Por otro lado, no todos estos afloramientos ígneos del campo de Cartagena son volcanes: en algunos casos, como en el cabezo de La Fraila, se trata en realidad de diques volcánicos, rocas formadas por la solidificación de la lava en su ascenso a la superficie y que no terminó de aflorar completamente, cristalizando bajo tierra y quedando posteriormente expuesta sobre el terreno por el fenómeno de la erosión diferencial.
En este primer plano aparecen numerados los restos volcánicos más importantes en el entorno del Mar Menor.
1-. Isla Grosa y El Farallón. 2- Isla del Barón. 3- Isla Perdiguera. 4- Isla del Ciervo. 5- Isla Rondella. 6- Isla del Sujeto. 7- Monte Blanco. 8- El Carmolí.
* 1. La isla Grosa y El Farallón, se elevan sobre el lecho del Mar Mediterráneo frente a La Manga del Mar Menor y constituyen un notable hito paisajístico de la costa de la Región de Murcia. La isla Grosa es un pequeño estratovolcán con la típica forma cónica y en cuyo flanco sur son visibles unas preciosas disyunciones columnares formando un acantilado sobre el mar.
Disyunciones columnares en el acantilado sur de Isla Grosa.
La isla Grosa es un espacio natural protegido por la excepcional conservación de sus fondos marinos de posidonia, por la presencia de comunidades vegetales excepcionales de especies iberoafricanas sobre sus laderas, por las colonias de aves marinas nidificantes y por constituir un lugar de paso para numerosas especies migratorias. Os dejamos un vídeo sobre la labor de ANSE en este espacio.
Junto con estos procesos volcánicos visibles en superficie, se ha podido constatar la existencia de varios volcanes submarinos en toda la zona del litoral mediterráneo de la costa de la Región de Murcia.
* Las cinco islas del Mar Menor: La isla del Barón (número 2 del plano anterior), la Perdiguera (número 3), la del Ciervo (4), la isla Rondella (5) y del Sujeto (6), formadas todas ellas, como la isla Grosa, durante el periodo miocénico, cuando el Mar Menor todavía no existía. También el Monte Blanco (7) de La Manga tiene un origen volcánico.
Isla del Ciervo.
Isla Perdiguera desde el mar.
Vídeo realizado con dron sobre la isla del Barón.
Vídeo realizado con dron sobre la isla del Ciervo.
* Los cabezos volcánicos en el entorno de Cartagena y La Unión: Cabezo Ventura, Cabezo de La Viuda, Cabezo Beaza, Cabezo de la Fraila, Cabezo Rajao, Cabezo de Roche y La Atalaya.
1- Cabezo Beaza. 2- Cabezo de la Fraila. 3- Cabezo de la Viuda. 4- Cabezo Ventura. 5- Cabezo Rajao. 6- Cabezo de Roche. 7- Cabezo de La Atalaya. 8- El Carmolí.
Vista del alineamiento de cabezos volcánicos cerca de Cartagena desde el monte de La Atalaya. Desde el primer término hasta el fondo: el Cabezo de la Fraila, Cabezo Beaza, Cabezo Ventura, El Carmolí y, ya en el Mar Menor, la isla Perdiguera. Fotografía de Juan Sáez.
Aunque se señala en este plano, el Cabezo de La Viuda corresponde al segundo episodio de vulcanismo del Campo de Cartagena.
Las andesitas volcánicas de estos cabezos en el entorno de la ciudad de Cartagena fueron utilizadas desde tiempos inmemoriales en la construcción de edificios, caminos e infraestructuras.
Andesitas volcánicas formando un aparejo de Opus reticulatumen el monumento romano funerario de la Torre Ciega.
Estos volcanes miocénicos del Campo de Cartagena atesoran excepcionales valores naturales, con la presencia de comunidades de flora exclusivas del sureste y únicas en el contexto europeo. Sobre los suelos volcánicos de la isla Grosa y las islas del Mar Menor crecen singulares arbustedas formadas por endemismos iberoafricanoshalonitrófilos como el oroval (Withania frutescens).y el cambrón (Lycium intricatum).
Comunidad de orovales (Withania frutescens) en las laderas de isla Grosa.
Otra especie de planta endémica iberoafricana que puede aparecer en algunos de estos suelos volcánicos - si bien no es exclusiva de los suelos de origen ígneo- es el chumberillo de lobo (Caralluma europaea). Es una pequeña planta con apariencia de cactus que crece entre las fisuras de las rocas.
Chumberillo de lobo (Caralluma europaea) en El Portús.
Segunda etapa: los volcanes pliocuaternarios alcalinos del garbancillo de Tallante.
Principales afloramientos volcánicos de la zona oeste de Cartagena: 1- La Cabezuela (La Aljorra). 2- Cabezo de la Cebolla. 3- Cerro Pelarán. 4- Cabezo Negro de Tallante. 5- Cabezo Blanco de Los Pérez. 6- Cabezo Negro de Los Pérez. 7- Los Pérez Bajos. 8- San Isidro. 9- Colada de la rambla de Peñas Blancas. 10- Cabezo Negro de la Torre de Nicolás Pérez.
En la zona oeste del Campo de Cartagena tuvo lugar, hace solo entre 3 y 1 millón de años - entre el Plioceno y Pleistoceno- un nuevo episodio de vulcanismo, el último del sureste español. Para estas fechas, ya había especies de homínidos recorriendo nuestros montes, como demuestra el descubrimiento de restos humanos en el yacimiento paleontológico de Cueva Victoria, en El Llano del Beal. Estos primeros homínidos, que pudieron haber sido testigos de estas últimas erupciones volcánicas, compartieron espacio con grandes herbívoros como caballos, ciervos, gamos, bóvidos, rinocerontes o elefantes, junto con carnívoros como tigres de dientes de sable, panteras, linces, hienas y osos, así como con otros primates como los babuinos.
Este episodio volcánico está representado por basaltos alcalinos que surgen en el entorno de las localidades de Tallante, Los Puertos de Sta.Bárbara, La Aljorra, Los Pérez y San Isidro.
Os dejamos un vídeo muy ilustrativo que detalla con claridad todos estos procesos volcánicos ocurridos en el oeste del Campo de Cartagena en periodos geológicos recientes.
Entre estos volcanes se pueden destacar los siguientes: la Cabezuela de La Aljorra - un volcán notable por la rareza minerológica de las lamproítas presentes en su composición-, el Cabezo Negro de Tallante - uno de los últimos procesos volcánicos de la zona de Cartagena, ya que se le estima una edad de sólo 1 millón de años, y que presenta un buen estado de conservación-, el Cabezo Negro de los Pérez y el Cabezo Negro de la Torre de Nicolás Pérez - este último presenta unas notables muestras de coladas de lava y flujos piroclásticos. Entre las coladas volcánicas de este último volcán de la Torre de Nicolás Pérez destaca la que se encuentra en la rambla de Peñas Blancas, a cinco kilómetros del foco de emisión (comprobar en el plano los números 9 y 10).
Cabezo Negro de Tallante.
Coladas de piroclastos en el Cabezo Negro de la Torre de Nicolás Pérez.
Es en estos cabezos volcánicos donde el botánico cartagenero Sergio Martínez redescubrió en 2004 una especie de leguminosa endémica que había sido descrita por el botánico cartagenero Francisco de Paula Jiménez Munuera en 1909 y que había sido dada por extinguida, ya que no había sido vuelta a ver desde entonces: el garbancillo de Tallante (Astragalus nitidiflorus).
Garbancillo de Tallante en flor.
El garbancillo de Tallante es un endemismo exclusivo del entorno de Tallante y que crece exclusivamente sobre los suelos volcánicos alcalinos del oeste de Cartagena. Estádeclarada en peligro crítico de extinción por lo reducido de su área de distribución y la poca cantidad de efectivos poblacionales del mismo, entre 200 y 300 ejemplares reproductores.
El garbancillo de Tallante fue objeto de un programa LIFE de la Unión Europea de recuperación y se ha convertido en un símbolo de la conservación de todos los valores ecológicos, etnográficos y paisajísticos del oeste del Campo de Cartagena.
Mapa del área de distribución del garbancillo de Tallante.
Junto a esta excepcional planta, crecen en estos cabezos volcánicos de la zona de Tallante otras especies notables, muy especialmente, algunas de las comunidades de azufaifos (Ziziphus lotus) más importantes del sureste. El azufaifo es un arbusto espinoso de un valor ecológico fundamental en los hábitats más áridos de las provincias de Murcia y Almería y que ha sufrido una enorme regresión en sus poblaciones por la expansión de la agricultura intensiva. La zona oeste del Campo de Cartagena, al haber mantenido los cultivos tradicionales de secano, constituye uno de sus últimos reductos en Europa.
Azufaifo (Ziziphus lotus) y palmitos (Chamaerops humilis) en el Cabezo Beaza.
Protección y amenazas.
Este patrimonio geológico, de biodiversidad, etnográfico y paisajístico del campo volcánico de Cartagena es excepcional y, sin embargo, consideramos que no se encuentra suficientemente protegido.
En el entorno del Mar Menor, con la excepción del Monte Blanco que se encuentra urbanizado, la isla Grosa, las cinco islas del Mar Menor y el Carmolí se encuentran incluidos dentro de la Red Natura 2000 con la categoría de Lugar de Importancia Comunitaria (LIC) dentro de los espacios protegidos e islas del Mar Menor.
Los volcanes del entorno de la ciudad de Cartagena (Cabezo Beaza, de la Viuda, de la Fraila, Ventura) y los del municipio de La Unión (Cabezos de Roche, Atalaya y Rajao) se encuentran propuestos como Lugares de Importancia Geológica, un tipo de figura de protección que no ha sido desarrollada legislativamente, por lo que, en la práctica carecen de amparo legal.
Por lo que respecta a los volcanes de la zona oeste, algunos de ellos se encuentran dentro de los espacios naturales de la sierra de La Muela o de los Cabezos del Pericón. Sin embargo, una parte importante de estos fenómenos geológicos y su biodiversidad carecen por completo de ningún tipo de salvaguarda.
Hace unas pocas semanas, nos llegó la tremenda noticia de que la empresa cementera mejicana CEMEX se disponía a realizar catas con el fin de determinar la viabilidad comercial de la explotación a cielo abierto de los yacimientos de puzolana volcánica de la zona oeste de Cartagena.
La puzolana es un tipo de material volcánico, similar a la piedra pómez, utilizado desde hace siglos en la fabricación de cemento por su ligereza y resistencia. La puzolana ya era explotada por los romanos en el entorno de Pozzuoli, en el golfo de Nápoles y fue con este árido con el que se confeccionaba el hormigón con el que, por ejemplo, se construyó la cúpula del Panteón de Roma.
Explotación a cielo abierto de la cementera CEMEX en Colombia.
Hace aún pocos meses que el movimiento vecinal y medioambientalista consiguió frenar la conversión de todas estas diputaciones de Cartagena en un inmenso campo de producción solar. Ahora nos enfrentamos a otro gigantesco reto para evitar que nuestro patrimonio geológico, paisajístico y etnográfico desaparezca y se convierta en una inmensa cantera a cielo abierto, hiriendo para siempre nuestra tierra y nuestra memoria.
La zona oeste del Campo de Cartagena, que no ha sido abierta en canal por la minería metálica del siglo XIX, ni ha sido arrasada por la agricultura intensiva o el urbanismo del turismo de masas constituye el último reducto en nuestra comarca de una forma de vida respetuosa con el entorno, con el paisaje y con las tradiciones.
En nuestra tierra ya conocemos lo que significa que venga una gran empresa a explotar los recursos mineros, llevarse los beneficios y, cuando se van, nos dejan un territorio arrasado con enormes daños medioambientales. No podemos seguir repitiendo los errores del pasado.
Reunión de los vecinos de la zona oeste para abordar la forma de parar la destrucción del paisaje planteado con la mina a cielo abierto.
Queremos que este patrimonio de la zona oeste del Campo de Cartagena y sus campos de secano tradicional se preserven para las futuras generaciones. Pensamos que, para ello, existen varias opciones:
* Ampliación de los espacios protegidos de la Sierra de La Muela, los Cabezos del Pericón y las islas y espacios abiertos del Mar Menor para incluir todos los cabezos volcánicos actualmente excluidos y generando bandas de amortiguación o colchones de protección paisajística en torno a estos espacios.
Os dejamos para terminar, un precioso vídeo publicado por el Ayuntamiento de Cartagena sobre los valores de las diputaciones del oeste de Cartagena. Esperamos que nuestros representantes políticos sean capaces de encontrar una solución que evite que, una vez más, nos convirtamos en una tierra de sacrificio. Los ejemplos que no queremos que se repitan los tenemos a flor de piel: Portmán, la sierra Minera, el Mar Menor...
Nuestro objetivo es dejar un medio ambiente mejor a los que vienen detrás de nosotros. Queremos recuperar los bosques y arbustedas que hace siglos cubrían nuestros montes. ¿Te animas a echar una mano? Puedes venir a colaborar con nosotros y poner tus manos y tu trabajo, o, si no tienes esa posibilidad, puedes apoyar económicamente a ARBA Cartagena - La Unión y nosotros plantaremos esos árboles por ti.
El complejo militar de Fajardo se encuentra situado en la entrada al puerto de Cartagena, sobre el llamado Soto de la Podadera, a poniente de la bahía. Se trata de una estribación rocosa al sur del monte de Galeras, en cuya margen de Levante se sitúa El Espalmador, uno de los fondeaderos tradicionales de la rada portuaria cartagenera.
El Soto de San Juan de la Podadera, clave para controlar el acceso a la bahía, fue alterado por sucesivas construcciones de carácter militar, entre las que destacan las plataformas artilleras.
El Cuartel Defensivo de Fajardo fue construido como un fuerte fusilero, según proyecto incluido en el Plan de Defensa de 1860, para apoyar la vida y servicio del numeroso personal que servía en el despliegue defensivo cercano, cuyos orígenes se remontan al siglo XVII (batería de La Podadera) y siglo XVIII (baterías del Soto de la Podadera).
Batería de San Fulgencio y, al fondo, el cuartel de Fajardo.
Las tres baterías de Fajardo fueron realizadas a finales del siglo XIX para la defensa de la Base Naval de Cartagena y forman parte del denominado "Frente derecho", considerado como una de las mayores concentraciones de fortificaciones militares del mundo protegidas como Bien de Interés Cultural.
Plano del conjunto de baterías y fortificaciones del frente derecho de defensa del puerto de Cartagena. Plano cortesía de AFORCA.
Este conjunto Fajardo, formado por las baterías de San Fulgencio, La Podadera y Fajardo (Nº1, Nº2 y Nº3), así como el Cuartel Defensivo, se encuentran catalogados como Bien de Interés Cultural por la Disposición Adicional Segunda de la Ley 16/1985, de 25 de junio del Patrimonio Histórico Español.
Situación medioambiental actual del entorno de Fajardo.
Por su cercanía a la ciudad, esta zona ha debido sufrir con especial intensidad los efectos de la actividad humana desde tiempos inmemoriales, especialmente tala, incendios y pastoreo.
En la actualidad, el terreno se presenta muy erosionado, de forma especialmente intensa sobre las superficies convexas donde se muestra directamente la roca madre, siendo generalizada la escasez de suelo, si bien, se conserva una cierta acumulación de tierra con algo de profundidad en algunas vaguadas protegidas. Por otro lado, un factor a tener en cuenta en este proyecto de restauración son los daños generados en el suelo por la muy numerosa presencia de jabalíes en toda la zona, con la remoción recurrente de importantes volúmenes de tierra por hocicado. Todos estos hechos hacen complicado plantear un proyecto de restauración ambiental.
Por otro lado, el cabezo de la batería de Fajardo se sitúa muy cercano a una de las poblaciones naturales más importantes de Tetraclinis articulata, dentro de la Base Naval de La Algameca, y para las que esta plantación propuesta podría suponer un refuerzo importante, así como constituir un corredor ecológico entre ésta y las poblaciones del Cabezo de San Julián.
Mapa de las poblaciones naturales de Tetraclinis articulata. Marcada con un círculo rojo la situación del Soto de La Podadera.
Durante la actuación de reforestación llevada a cabo por la empresa TRAGSA en primavera de 2011 con fondos del plan E, se hizo un aporte puntual de tierra y sujeción por medio de albarradas de madera en la vaguada junto al cuartel de Fajardo. Sin embargo, por la acción de las lluvias y del hocicado de los jabalíes, muchas de estas albarradas aparecen en la actualidad descalzadas y han perdido su funcionalidad.
Albarrada de madera descalzada en la zona del ramblizo que baja desde el cuartel de Fajardo.
Reforestaciones anteriores llevadas a cabo en Fajardo.
La zona de la batería de Fajardo ha sido objeto de varios intentos de reforestación en el pasado reciente.
Durante los años 50 y 60 del siglo XX, los montes militares de la zona - Galeras, Fajardo, Algameca Chica, Roldán, etc.) fueron reforestados por la Armada Española con pinares de pino carrasco (Pinus halepensis), dentro del Plan Nacional de Reforestación promovido por el gobierno de aquellos tiempos. Debido a la alta densidad de estas repoblaciones forestales y su inflamabilidad, estos montes han sufrido diversos incendios que la ha desprovisto parcialmente de estos pinares de repoblación. Por otro lado, con la sequía de 2014-16, estos pinares resultaron muy debilitados y fueron atacados por la plaga del barrenillo (Tomicus destruens), siendo actualmente en algunos lugares su estado crítico - como sucede en la pinada presente en la zona de El Espalmador- y presentando gran cantidad de árboles muertos y enfermos. Esta situación incrementa la posibilidad de incendio por la acumulación de acículas de pino y ramas secas, a la vez que impide el desarrollo del sotobosque. Esta zona, en la que se aprecian restos de infraestructuras militares abandonadas o demolidas, se encuentra ampliamente degradada así mismo por la presencia de basuras y escombros.
Cartel anunciando las repoblaciones de los montes militares de Cartagena en la entrada al cuartel de La Algameca. Al fondo La Atalaya. 1958. Fuente: Fototeca forestal española.
Pinos carrascos procedentes de las repoblaciones de los años 50 y 60 en la zona de El Espalmador afectados por la plaga del barrenillo (Tomicus destruens).
En el año 2011, la empresa TRAGSA, con 513.000 € de fondos del Plan E, llevó a cabo en el área entre la Algameca, Galeras y Fajardo una gran plantación de miles de ejemplares de Tetraclinis articulata, plantación que, por haberse ejecutado a destiempo durante los meses de mayo-junio, resultó en una masiva muerte de la inmensa mayoría de los plantones, quedando en 2021 menos de una decena de los mismos. Os adjuntamos a continuación una foto de uno de estos diez ejemplares localizados.
Ejemplar de Tetraclinis articulata de casi dos metros de altura, uno de los escasos supervivientes de la plantación llevada a cabo en 2011.
Y a continuación, enlazamos un vídeo realizado por un amigo unos meses después de la plantación de 2011 y en el que se muestran la mortalidad prácticamente del 100% de los ejemplares plantados.
No sólo la reforestación planteada en 2011 fue un absoluto fracaso y un despilfarro de dinero público, sino que, además, los protectores de plástico no fueron nunca recogidos y, actualmente hay literalmente miles de protectores abandonados en los montes de Fajardo, Galeras y La Algameca.
Protectores abandonados en Fajardo en verano de 2022, once años después de la plantación.
Durante 2014, la asociación CreeCT llevó también una acción de restauración forestal con decenas de voluntarios que resultó igualmente malograda al haberse realizado en un año de extrema sequía.
Por último, nuestra asociación fue autorizada en 2016 y 2017 para llevar a cabo una acción de reforestación en esta misma zona, tarea que llevamos a cabo en las temporadas 2016-17 y 2017-18. Tras las lluvias de otoño de 2018, y gracias a los riegos de socorro aportados durante el verano, el recuento de árboles vivos un año después de su plantación ascendía a más de 500. Sin embargo, a partir de otoño de ese mismo año, la zona comenzó a sufrir ataques periódicos de jabalíes que mermaron la plantación hasta dejarla en la actualidad reducida a alrededor de 80 árboles supervivientes.
Dos ejemplares de Tetraclinis articulata de unos 60 cm procedentes de la plantación de ARBA de 2016.
Otro Tetraclinis articulata procedente de la plantación de ARBA de 2016.
En la siguiente entrada del blog os contaremos de forma detallada cómo estamos llevando a cabo este proyecto de restauración forestal, pero os lanzamos un adelanto en este vídeo hecho por los compañeros del grupo de 'Fajardo'.
El Proyecto Baluarte dentro de nuestra trinchera verde.
Esta actuación en el entorno del cuartel de Fajardo se enmarca dentro de nuestro proyecto de 'Trinchera Verde', una propuesta para la creación de una barrera forestal -un cinturón verde de especies autóctonas-, entre Cabo de Palos y Cabo Tiñoso, para la conservación de nuestra biodiversidad y para hacer frente a la amenaza del cambio climático y la desertización.
Esta 'Trinchera Verde' impulsará la construcción de un frente de vegetación autóctona en las sierras litorales de Cartagena que permita paliar o revertir los efectos del cambio climático, conectando los espacios naturales -protegidos o no- actualmente fragmentados y aumentando su resiliencia por medio del incremento de su biodiversidad.
El Proyecto Baluarte se lleva a cabo gracias a la financiación a través de la responsabilidad social corporativa (RSC) de la empresa PROSUR , de las subvenciones para proyectos medioambientales del Ayuntamiento de Cartagena y de la colaboración de la Armada Española, propietaria de los terrenos.
Nuestro objetivo es dejar un medio ambiente mejor a los que vienen detrás de nosotros. Queremos recuperar los bosques y arbustedas que hace siglos cubrían nuestros montes. ¿Te animas a echar una mano? Puedes venir a colaborar con nosotros físicamente y poner tus manos y tu trabajo, o, si no tienes esa posibilidad, puedes apoyar económicamente a ARBA Cartagena - La Unión y nosotros plantaremos esos árboles por ti.