Vista de detalle de un almarjo (Halocnemum strobilaceum)
Los lectores de este blog seguidores del fútbol local de Cartagena que ya tengan una cierta edad recordarán, sin duda, el viejo estadio de fútbol de El Almarjal, testigo de las muchas penas y también algunas alegrías que el equipo del EFESÉ daba a la afición local. El estadio de El Almarjal se situaba sobre el Paseo de Alfonso XIII en lo que hoy es un conocido centro comercial en la entrada a la ciudad de Cartagena desde la autovía.
Lo
que quizás algunos no sabrán es que el nombre de El Almarjal procede de
la antigua zona pantanosa que se extendía al norte de Cartagena en lo
que hoy es todo el ensanche moderno de la ciudad y que, a su vez, toma
denominación de la presencia de varias especies de plantas denominadas
genéricamente 'almarjos' y que están adaptadas a vivir sobre suelos muy
cargados de sal. Reciben este nombre de almarjo diversas plantas como
el salao (Halocnemum strobilaceum), la sosa (Suaeda vera), la alacranera (Arthrocnemum macrostacyum) o el salicor (Sarcocornia fruticosa), entre otras.
El Almarjal eran los últimos restos de lo que antiguamente constituía un pequeño mar interior, formado hace algo más de 8.000 años por una ligera subida del nivel del mar y que se situaba al fondo de la bahía de Cartagena, tras una península sobre la que en el siglo III a.C fue fundada por Asdrúbal la ciudad de Qart-Hadasth, luego conocida en tiempos romanos como Carthago Nova.
Con el paso de los siglos y, como consecuencia de la intensa deforestación que tuvieron que sufrir los montes y campos que rodeaban la ciudad, el constante arrastre de sedimentos fue progresivamente colmatando este mar interior, de forma que, a mediados del siglo XVI los planos muestran una laguna ya muy mermada y, hacia finales del siglo XVIII, el estero se encontraba prácticamente desaparecido por la saturación de sedimentos, tal y como aparece reflejado en los mapas de la época.
Plano de la ciudad de Cartagena durante el siglo XVII con el estero convertido en una zona encharcada.
El
antiguo mar interior se había convertido para entonces en un humedal
cuyo aspecto debía
de ser el de un saladar encharcado de forma discontinua con islas y
manchas de vegetación en las
que habitarían plantas adaptadas a los suelos salitrosos, como almarjos
y barrillas, así
como numerosas especies de aves propias de este tipo de hábitats, como
flamencos, correlimos, cigüeñuelas o archibebes. La presencia de este
saladar ocasionó numerosos quebraderos de cabeza a las autoridades
locales debido a lo insalubre de la zona por la constante presencia de
mosquitos transmisores de enfermedades, hasta que, a finales del siglo
XVIII se decidió desviar y encauzar la rambla de Benipila que alimentaba
el estero y desecar toda la zona.
Durante
los procesos de lluvias torrenciales, tan propias de nuestro clima, El
Almarjal volvía a recuperar su antiguo aspecto de laguna interior, tal y
como se puede apreciar en las fotografías antiguas de las diversas series de
inundaciones sufridas por la ciudad a lo largo del siglo
XX.
La sosa y la barrilla, estrellas del comercio pre-industrial en Cartagena.
Ya se ha mencionado antes que el nombre de El Almarjal deriva de la presencia de un grupo de plantas denominadas genéricamente almarjos y que son propias de zonas encharcadas salinas. Entre las plantas denominadas almarjos se encontraban el salao (Halocnemum strobilaceum), la sosa (Suaeda vera), la alacranera o sosa jabonera (Arthrocnemum macrostacyum) o el salicor (Sarcocornia fruticosa). Junto con estos almarjos crecían también en la zona plantas denominadas barrillas, como la barrilla borde (Salsola kali) o la barrilla fina (Salsola soda), así como otras plantas propias de humedales salinos.
Todas éstas son especies denominadas halófitas por tener la capacidad de crecer sobre suelos cargados de sal. La presencia de sal en el terreno impone a las plantas unas duras condiciones que dificultan extraordinariamente su supervivencia en un ambiente muy hostil. Las plantas halófitas han conseguido adaptarse a vivir sobre estos suelos enfrentándose al exceso de sal con diversas estrategias, tales como excretarla por diferentes glándulas, diluirla en tejidos cargados de agua o, incluso, concentrarla en determinadas hojas que luego dejan morir.
De estas especies de almarjos, sosas y salicores mencionados antes y que crecían en los terrenos salitrosos como El Almarjal, se extraía un materia prima, la piedra barrilla, que sostuvo durante varios siglos un importante sector exportador de los puertos de Cartagena y Alicante.
Todas estas plantas halófitas, denominadas barrilleras, concentran en sus hojas una gran acumulación de sales de sodio, compuesto químico que era utilizado como materia prima para la elaboración de cristales y espejos, así como de jabones. De hecho, el nombre de sodio fue tomado directamente, cuando este elemento fue descubierto, de uno de los vegetales de los que se extraía la sosa cáustica: la denominada 'soda'.
El carbonato de sodio era extraído de estas plantas barrilleras por medio de su calcinación en hornos excavados en la tierra. Las cenizas resultantes se comercializaban en forma de piedras denominadas barrillas. La producción de barrilla de todo el sur y levante de España - salinas de Torrevieja, Albufera de Adra, Mar Menor, etc- se canalizaba hacia los puertos de Alicante y Cartagena desde donde era exportada a los principales centros de producción de cristales y espejos de Europa, especialmente Génova y Venecia - famosa esta última por sus espejos y cristales de Murano- en Italia y Marsella en Francia. Justamente, entre Francia y Venecia se desató en el siglo XVII la conocida guerra comercial de los espejos. La mayoría de los espejos y cristales elaborados en Europa hasta principios del siglo XIX utilizaban la piedra barrilla procedente de los puertos de Cartagena y Alicante.
La Galería de los espejos del Palacio de Versalles
le sirvió a Luis XIV para demostrar al mundo que Francia podía
desbancar a Venecia como primer productor de espejos del mundo.
En un principio, las sosas y barrillas eran recogidas de la gran cantidad de plantas existentes en los saladares existentes en la comarca de Cartagena, pero, conforme la demanda de piedra barrilla se fue incrementando, éstas se comenzaron a cultivar junto al trigo y la vid en las zonas de secano, hasta que, a principios del siglo XIX, la aparición de métodos industriales para la extración de sodio determinó la desaparición del comercio de la barrilla.
Principales especies barrilleras.
Existe en las fuentes mucha confusión sobre las plantas denominadas barrillas y sosas de las que se extraía la piedra barrilla. El aprovechamiento del sodio se realizaba de una gran diversidad de especies halófitas de diferentes géneros, tales como Halogeton sativus, Suaeda vera, Sarcocornia fruticosa, Arthrocnemum macrostachyum o Atriplex halimus.
Sosa alacranera (Sarcocornia fruticosa) en las salinas de Marchamalo, en La Manga del Mar Menor.
Nuevos usos de algunas plantas barrilleras.
En los últimos años, algunas de estas plantas barrilleras han encontrado un hueco en la alta gastronomía desde que el conocido chef Ferrán Adriá y otros conocidos cocineros popularizaran el uso de algunas de ellas, como ficoide glacial (Mesembryanthemum crystallinum), en algunos de sus platos.
El regreso del almarjo (Halocnemum strobilaceum) a Cartagena.
Es en este tipo de ambientes hipersalinos de los que hemos hablado donde crece una de las plantas denominadas almarjos que dieron nombre a la laguna de El Almarjal y que se encuentra en la actualidad en serio peligro de extinción. Se trata del salao o almarjo (Halocnemum strobilaceum).
El
almarjo fue citado por primera vez como novedad para la flora europea
en un saladar de Cabo de Palos 1908 por el botánico aficionado Francisco
de Paula Jiménez Munuera, descubridor asimismo de la jara de Cartagena (Cistus heterophyllus) en 1901, de los cipreses de Cartagena (Tetraclinis articulata)
en 1904 y del garbancillo de Tallante (Astragalus nitidiflorus) en
1909, entre otros. El mismo Jiménez Munuera volvió a citar la especie
en el Almarjal de Cartagena en el
entorno de la rambla de Benipila poco tiempo después. Desde entonces, la
especie no ha vuelto a ser vista en el municipio.
Postal
antigua de Cabo de Palos donde se aprecia una antigua zona de saladar,
en la actualidad ocupada por el puerto pesquero y donde seguramente se
descubrió Halocnemum strobilaceum en 1909.
El
almarjo es una especie de distribución amplia, pero muy puntual, por
toda la cuenca mediterránea y el oeste de Asia (Irán y Turquía). En
España se encuentra exclusivamente en terrenos muy salinos de las
provincias de Almería - con una única población en Terreros-, de Alicante - en
las salinas de Santa Pola y el humedal de El Hondo en Elche- y en la
Región de Murcia en varias localidades, destacando la población
existente en los saladares del Guadalentín, posiblemente la más
importante de toda Europa. Su situación en la Península Ibérica es muy
preocupante, estando en serio riesgo de extinción por la desaparición de
su hábitat ocupado por la expansión inmobiliaria de las áreas costeras
mediterráneas.
En 2014, ARBA Murcia, en colaboración con la Asociación de Naturalistas del Sureste, llevó a cabo una acción de reintroducción de esta especie en el saladar de Lo Poyo, un área protegida situada en la ribera sur del Mar Menor. La plantación se llevó a cabo en una zona muy degradada por la acumulación de residuos de la minería y el paso contínuo de vehículos que habían compactado el terreno. La actuación tenía el doble objetivo de recuperar esta especie para el municipio de Cartagena y de comprobar experimentalmente su capacidad para asentarse sobre terrenos contaminados.
Para
la plantación se contó con la apertura de hoyos mecánica realizados por
una pequeña retroexcavadora y el suelo fue enmendado con marmolina, con
el objetivo de subir su PH, excesivamente ácido. Además del almarjo, se utilizó
también la sosa alacranera (Salicornia fruticosa) en la plantación. Los ejemplares de almarjo fueron proporcionados por el vivero forestal de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia.
Vista general de la plantación sobre los terrenos contaminados de Lo Poyo
En la actualidad, almarjos y alacraneras presentan este saludable aspecto.
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