Se conservan en las Islas Canarias, Azores y Madeira los restos de unos auténticos bosques fósiles que durante la Era Terciaria, hace 25 millones de años, cubrieron de verde el continente europeo y las orillas del Mar Mediterráneo: son las denominadas laurisilvas macaronésicas. Durante el periodo terciario, el clima de la Tierra era mucho más cálido que el actual y estos bosques húmedos subtropicales se extendían a lo largo de enormes superficies de Europa y norte de África, hasta que, hace aproximadamente unos 5 millones de años, la temperatura de nuestro planeta empezó a bajar, las precipitaciones se redujeron y estas selvas comenzaron a desaparecer, quedando, en un principio, refugiadas en las orillas del Mar Mediterráneo.
Laurisilva en el Macizo de Teno en Tenerife.
Aquellas laurisilvas europeas se caracterizaban por un ambiente templado, umbroso y extraordinariamente húmedo. En ellas habitaban especies de árboles con hojas de tipo lauroide (como las del laurel),
es decir, con forma lanceolada (como de lanza), brillantes, tersas y
cubiertas de cera para la rápida evacuación del agua. Además, gran cantidad de helechos y musgos tapizaban el suelo del bosque y las ramas de los árboles y numerosas lianas y especies trepadoras ascendían por los troncos de los árboles en busca de luz.
Laurisilva en el Parque Nacional de Garajonay en la isla de La Gomera.
Con el enfriamiento glaciar del Pleistoceno, hace sólo unos 3 millones de años, hizo su aparición el clima mediterráneo en la cuenca de este mar y este hecho determinó la casi completa sustitución de estas últimas formaciones de laurisilva mediterráneas por bosques de plantas denominadas esclerófilas, es decir, de hojas duras, casi acorazadas, tales como las encinas, los alcornoques o las coscojas, preparadas para resistir los rigores de los veranos tórridos y secos propios de nuestro clima. Las laurisilvas terminaron desapareciendo definitivamente de Europa y África y quedaron relegadas a sus actuales refugios en las islas Canarias, Azores y Madeira como últimos testigos
supervivientes de aquellos primitivos bosques, junto con algunas manchas relícticas en algunos valles muy encajados y protegidos del Parque Natural de los Alcornocales, en la Provincia de Cádiz.
Las especies mediterráneas de origen subtropical.
A pesar de haberse extinguido las laurisilvas del continente europeo, sin embargo, algunas especies cuyo origen está en aquellos bosques prehistóricos consiguieron adaptarse y hacerse un hueco entre los nuevos bosques mediterráneos. Así, madroños (Arbutus unedo), bojes (Buxus sempervivens y B. balearica), durillos (Viburnum tinus), mirtos (Myrtus communis) o labiérnagos de hoja ancha (Phillyrea latifolia) evolucionaron y encontraron asiento a la sombra de los nuevos bosques de encinas, quejigos y alcornoques. En todas ellas pervive todavía la memoria de aquellas selvas húmedas en sus hojas de formas lauroides.
También algunas trepadoras, como zarzaparrillas (Smilax aspera), madreselvas (Lonicera implexa) o clemátides (Clematis cirrhosa) evolucionaron para adaptarse a las nuevas condiciones climáticas y podemos encontarlas hoy formando parte esencial de los bosques de la cuenca mediterránea.
En general, se trata de especies que han conseguido protegerse de la dureza de los veranos mediterráneos habitando en las zonas más resguardadas y sombrías de nuestras sierras. En los municipios de Cartagena y La Unión las podemos encontrar siempre en las umbrías y con carácter relíctico. Hace ya unas semanas publicamos una entrada en este blog en la que os hablábamos sobre los madroños, su origen subtropical y su existencia en nuestros montes.
Sobre la presencia del boj balear (Buxus balearica), otra especie cuyo origen se remonta a las laurisilvas del terciario, en las sierras de Cartagena hay una curiosa historia: en 1943 se recogió un pliego de herbario de esta especie que fue depositado en el Real Jardín Botánico de Madrid con la genérica denominación de procedencia de 'Sierras de Cartagena'. Desde entonces, no ha sido posible encontrar ni un sólo ejemplar vivo de boj balear en toda la Región de Murcia. Sin embargo, su distribución formando un arco a lo largo de las sierras litorales de Granada, Málaga, Almería y Mallorca, hacía muy plausible su presencia en las zonas más húmedas y resguardadas de las sierras de Cartagena y la especie fue incluida en el Catálogo de Flora Silvestre Protegida de la Región de Murcia (Decreto50/2003) en la categoría de 'extinguido en sus poblaciones naturales'.
Entre 2003 y 2004, la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE) llevó a cabo un experimento de reintroducción de esta especie en las sierras de Cartagena en una finca en la Loma de las Carrascas, bajo Peñas Blancas, por medio de ejemplares obtenidos por estaquillado. A pesar de cierta mortalidad en los dos primeros años, muchos de los bojes consiguieron implantarse con éxito y siguen con vida hoy día en el monte. Nosotros los vimos en 2012 y presentaban este aspecto:
Tres son las especies de labiérnagos que, en principio, se dan en los bosques mediterráneos ibéricos: el labiérnago de hojas estrechas (Phillyrea angustifolia), el labiérnago de hojas anchas (Phillyrea latifolia) y el labiérnago de hojas intermedias (Phillyrea media).
El labiérnago de hojas estrechas (Phillyrea angustifolia) es una especie propia de encinares. Se
diferencia de las otras dos especies de labiérnago por tener, lógicamente, las
hojas más angostas y el borde liso.
Phillyrea angustifolia - labiérnago de hojas estrechas- en flor en la rambla del Campanero en Valdelentisco.
El labiérnago de hojas anchas (Phillyrea latifolia) tiene las hojas más anchas y el borde serrado. El labiérnago de hojas medias (Phillyrea media) tiene características intermedias entre las dos especies.
Phillyrea latifolia - labiérnago de hojas anchas-.
En la Región de Murcia, sólo están presentes Phillyrea angustifolia, no demasiado rara, y Phillyrea media, declarada en peligro de extinción.
El labiérnago de hojas estrechas (Phillyrea angustifolia) en Cartagena y La Unión.
En las Sierras de Cartagena y La Unión, el labiérnago de hojas estrechas (Phillyrea angustifolia) es una especie escasa, con contados ejemplares aislados por la rambla de Valdelentisco, en el Campillo de Adentro o en la zona de Atamaría.
Phillyrea angustifolia en la sierra minera, en la zona de Atamaría.
La mejor población de Phillyrea angustifolia en los montes de Cartagena y La Unión la podemos encontrar en la cumbre del Sancti Spíritus, en la sierra minera, donde hay un grupo con varios ejemplares de buen porte que fructifican regularmente y que se están regenerando por el entorno, con numerosos brinzales medianos y pequeños dispersos por la zona.
Phillyrea media
es una especie de labiérnago que tiene características intermedias
entre el labiérnago de hojas anchas y el de hojas estrechas. Su presencia en la Región de Murcia se cifra en contadísimos ejemplares dispersos por las sierras de la región.
En los años 90, el biólogo de ANSE Jorge Balibrea descubrió un ejemplar solitario mientras trepaba por los riscos de la umbría de la Sierra de La Muela en busca de madroños. De aquel individuo recolectó estaquillas que se plantaron y de las cuales se produjo un único ejemplar que se encuentra hoy día en el vivero que ANSE tiene en el Barrio de la Concepción de Cartagena.
Otro gran labiérnago negro fue descubierto en el Barranco de La Mina de Carrascoy, en Murcia sobre suelos cargados de yesos. Del mismo se extrajeron también esquejes y la Asociación Lafuentea llevó a cabo una actividad de refuerzo poblacional con la plantación de varios plantones clonales en los alrededores del ejemplar madre.
Phillyrea media de grandes dimensiones en el Barranco de la Mina de Carrascoy. Fotografía de José Antonio López Espinosa.
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