lunes, 26 de octubre de 2020

De El Almarjal a Versalles. Historia de los almarjos, sosas y barrillas.

 

 

Vista de detalle de un almarjo (Halocnemum strobilaceum)

Los lectores de este blog seguidores del fútbol local  de Cartagena que ya tengan una cierta edad recordarán, sin duda, el viejo estadio de fútbol de El Almarjal, testigo de las muchas penas y también algunas alegrías que el equipo del EFESÉ daba a la afición local. El estadio de El Almarjal se situaba sobre el Paseo de Alfonso XIII en lo que hoy es un conocido centro comercial en la entrada a la ciudad de Cartagena desde la autovía. 

Estadio de fútbol de El Almarjal.

Lo que quizás algunos no sabrán es que el nombre de El Almarjal procede de la antigua zona pantanosa que se extendía al norte de Cartagena en lo que hoy es todo el ensanche moderno de la ciudad y que, a su vez, toma denominación de la presencia de varias especies de plantas denominadas genéricamente 'almarjos' y que están adaptadas a vivir sobre suelos muy cargados de sal. Reciben este nombre de almarjo diversas plantas como el salao (Halocnemum strobilaceum), la sosa (Suaeda vera), la alacranera (Arthrocnemum macrostacyum) o el salicor (Sarcocornia fruticosa), entre otras.

El Almarjal eran los últimos restos de lo que antiguamente constituía un pequeño mar interior, formado hace algo más de 8.000 años por una ligera subida del nivel del mar y que se situaba al fondo de la bahía de Cartagena, tras una península sobre la que en el siglo III a.C fue fundada por Asdrúbal la ciudad de Qart-Hadasth, luego conocida en tiempos romanos como Carthago Nova

Recreación digital de la ciudad romana de Carthago Nova. Al fondo el antiguo mar interior o estero.

Con el paso de los siglos y, como consecuencia de la intensa deforestación que tuvieron que sufrir los montes y campos que rodeaban la ciudad, el constante arrastre de sedimentos fue progresivamente colmatando este mar interior, de forma que, a mediados del siglo XVI los planos muestran una laguna ya muy mermada y, hacia finales del siglo XVIII, el estero se encontraba prácticamente desaparecido por la  saturación de sedimentos, tal y como aparece reflejado en los mapas de la época.

 

Plano de la ciudad de Cartagena durante el siglo XVII con el estero convertido en una zona encharcada.

El antiguo mar interior se había convertido para entonces en un humedal cuyo aspecto debía de ser el de un saladar encharcado de forma discontinua con islas y manchas de vegetación en las que habitarían plantas adaptadas a los suelos salitrosos, como almarjos y barrillas, así como numerosas especies de aves propias de este tipo de hábitats, como flamencos, correlimos, cigüeñuelas o archibebes. La presencia de este saladar ocasionó numerosos quebraderos de cabeza a las autoridades locales debido a lo insalubre de la zona por la constante presencia de mosquitos transmisores de enfermedades, hasta que, a finales del siglo XVIII se decidió desviar y encauzar la rambla de Benipila que alimentaba el estero y desecar toda la zona.


Cigüeñuelas (Himantopus himantopus) en Veneziola, al final de La Manga del Mar Menor en un hábitat que sería muy similar al que existiría en el antiguo Almarjal de Cartagena.

Durante los procesos de lluvias torrenciales, tan propias de nuestro clima, El Almarjal volvía a recuperar su antiguo aspecto de laguna interior, tal y como se puede apreciar en las fotografías antiguas de las diversas series de  inundaciones sufridas por la ciudad a lo largo del siglo XX.

El Almarjal inundado en una fotografía antigua de 1919

La sosa y la barrilla, estrellas del comercio pre-industrial en Cartagena. 

Ya se ha mencionado antes que el nombre de El Almarjal deriva de la presencia de un grupo de plantas denominadas genéricamente almarjos y que son propias de zonas encharcadas salinas.  Entre las plantas denominadas almarjos se encontraban el salao (Halocnemum strobilaceum)la sosa (Suaeda vera), la alacranera o sosa jabonera (Arthrocnemum macrostacyum) o el salicor (Sarcocornia fruticosa). Junto con estos almarjos crecían también en la zona plantas denominadas barrillas, como la barrilla borde (Salsola kali) o la barrilla fina (Salsola soda), así como otras plantas propias de humedales salinos.  

Sosa (Suaeda vera) en el entorno del Mar Menor.

Todas éstas son especies denominadas halófitas por tener la capacidad de crecer sobre suelos cargados de sal. La presencia de sal en el terreno impone a las plantas unas duras condiciones que dificultan extraordinariamente su supervivencia en un ambiente muy hostil. Las plantas halófitas han conseguido adaptarse a vivir sobre estos suelos enfrentándose al exceso de sal con diversas estrategias, tales como excretarla por diferentes glándulas, diluirla en tejidos cargados de agua o, incluso, concentrarla en determinadas hojas que luego dejan morir. 

Almarjo (Halocnemum strobilaceum) en Lo Poyo.

De estas especies de almarjos, sosas y salicores mencionados antes y que crecían en los terrenos salitrosos como El Almarjal, se extraía un materia prima, la piedra barrilla, que sostuvo durante varios siglos un importante sector exportador de los puertos de Cartagena y Alicante.  

Todas estas plantas halófitas, denominadas barrilleras, concentran en sus hojas una gran acumulación de sales de sodio, compuesto químico que era utilizado como materia prima para la elaboración de cristales y espejos, así como de jabones. De hecho, el nombre de sodio fue tomado directamente, cuando este elemento fue descubierto, de uno de los vegetales de los que se extraía la sosa cáustica: la denominada 'soda'. 

El carbonato de sodio era extraído de estas plantas barrilleras por medio de su calcinación en hornos excavados en la tierra. Las cenizas resultantes se comercializaban en forma de piedras denominadas barrillas. La producción de barrilla de todo el sur y levante de España - salinas de Torrevieja, Albufera de Adra, Mar Menor, etc- se canalizaba hacia los puertos de Alicante y Cartagena desde donde era exportada a los principales centros de producción de cristales y espejos de Europa, especialmente Génova y Venecia - famosa esta última por sus espejos y cristales de Murano- en Italia y Marsella en Francia. Justamente, entre Francia y Venecia se desató en el siglo XVII la conocida guerra comercial de los espejos. La mayoría de los espejos y cristales elaborados en Europa hasta principios del siglo XIX utilizaban la piedra barrilla procedente de los puertos de Cartagena y Alicante. 

 

La Galería de los espejos del Palacio de Versalles le sirvió a Luis XIV para demostrar al mundo que Francia podía desbancar a Venecia como primer productor de espejos del mundo. 

En un principio, las sosas y barrillas eran recogidas de la gran cantidad de plantas existentes en los saladares existentes en la comarca de Cartagena, pero, conforme la demanda de piedra barrilla se fue incrementando, éstas se comenzaron a cultivar junto al trigo y la vid en las zonas de secano, hasta que, a principios del siglo XIX, la aparición de métodos industriales para la extración de sodio determinó la desaparición del comercio de la barrilla.

Principales especies barrilleras.  

Existe en las fuentes mucha confusión sobre las plantas denominadas barrillas y sosas de las que se extraía la piedra barrilla. El aprovechamiento del sodio se realizaba de una gran diversidad de especies halófitas de diferentes géneros, tales como Halogeton sativus, Suaeda vera, Sarcocornia fruticosa,  Arthrocnemum macrostachyum o Atriplex halimus.

Boja barrillera (Salsola oppositifolia), en el monte San Julián de Cartagena.

Desde el punto de vista productivo, se denominaba piedra barrilla a la extraída de la barrilla fina (Halogeton sativus), y, en menor medida, a la extraída de las especies del género Salsola, como la barrilla borde (Salsola kali), la barrilla pinchuda (Salsola vermiculata) o la boja barrillera (Salsola oppositifolia) que eran las que producían la piedra barrilla de mejor calidad y más apta para la producción de espejos y cristales. Por otro lado, se llamaban yerbas sosas o sodas al resto de plantas barrilleras de las que se producía una barrilla de peor calidad por la menor concentración de carbonato de sodio que se destinaba a la producción de jabón, como la sosa (Suaeda vera), las sosas alacraneras (Sarcocornia fruticosa y Arthrocnemum macrostachyum), el almarjo (Halocnemum strobilaceum) o el salao (Atriplex halimus). En algunas fuentes antiguas se diferencia entre las barrillas, que eran cultivadas, y las sosas, que eran recogidas de poblaciones silvestres.
 

Sosa alacranera (Sarcocornia fruticosa) en las salinas de Marchamalo, en La Manga del Mar Menor. 

Nuevos usos de algunas plantas barrilleras. 

En los últimos años, algunas de estas plantas barrilleras han encontrado un hueco en la alta gastronomía desde que el conocido chef Ferrán Adriá y otros conocidos cocineros popularizaran el uso de algunas de ellas, como ficoide glacial (Mesembryanthemum crystallinum), en algunos de sus platos

Mesembryamthemum crystallinum
 
Además del 'ficoide glacial', algunas otras de estas especies barrilleras, como el salicor o el agazul se están comenzando a producir y comercializar con el nombre de 'verduras del desierto' para su uso culinario.

Ensalada de 'ficoide glacial'.

 El regreso del almarjo (
Halocnemum strobilaceum) a Cartagena.

Es en este tipo de ambientes hipersalinos de los que hemos hablado donde crece una de las plantas denominadas almarjos que dieron nombre a la laguna de El Almarjal y que se encuentra en la actualidad en serio peligro de extinción. Se trata del salao o almarjo (Halocnemum strobilaceum).

El almarjo fue citado por primera vez como novedad para la flora europea en un saladar de Cabo de Palos 1908 por el botánico aficionado Francisco de Paula Jiménez Munuera, descubridor asimismo de la jara de Cartagena (Cistus heterophyllus) en 1901, de los cipreses de Cartagena (Tetraclinis articulata) en 1904 y del garbancillo de Tallante (Astragalus nitidiflorus) en 1909, entre otros.  El mismo Jiménez Munuera volvió a citar la especie en el Almarjal de Cartagena en el entorno de la rambla de Benipila poco tiempo después. Desde entonces, la especie no ha vuelto a ser vista en el municipio.  

 

Postal antigua de Cabo de Palos donde se aprecia una antigua zona de saladar, en la actualidad ocupada por el puerto pesquero y donde seguramente se descubrió Halocnemum strobilaceum en 1909. 

El almarjo es una especie de distribución amplia, pero muy puntual, por toda la cuenca mediterránea y el oeste de Asia (Irán y Turquía). En España se encuentra exclusivamente en terrenos muy salinos de las provincias de Almería - con una única población en Terreros-, de Alicante - en las salinas de Santa Pola y el humedal de El Hondo en Elche- y en la Región de Murcia en varias localidades, destacando la población existente en los saladares del Guadalentín, posiblemente la más importante de toda Europa. Su situación en la Península Ibérica es muy preocupante, estando en serio riesgo de extinción por la desaparición de su hábitat ocupado por la expansión inmobiliaria de las áreas costeras mediterráneas. 

En 2014, ARBA Murcia, en colaboración con la Asociación de Naturalistas del Sureste, llevó a cabo una acción de reintroducción de esta especie en el saladar de Lo Poyo, un área protegida situada en la ribera sur del Mar Menor.  La plantación se llevó a cabo en una zona muy degradada por la acumulación de residuos de la minería y el paso contínuo de vehículos que habían compactado el terreno. La actuación tenía el doble objetivo de recuperar esta especie para el municipio de Cartagena y de comprobar experimentalmente su capacidad para asentarse sobre terrenos contaminados. 


 

Para la plantación se contó con la apertura de hoyos mecánica realizados por una pequeña retroexcavadora y el suelo fue enmendado con marmolina, con el objetivo de subir su PH, excesivamente ácido. Además del almarjo, se utilizó también la sosa alacranera (Salicornia fruticosa) en la plantación. Los ejemplares de almarjo fueron proporcionados por el vivero forestal de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia.

Vista general de la plantación sobre los terrenos contaminados de Lo Poyo 

Vista general de la plantación sobre los terrenos contaminados de Lo Poyo. Al fondo, El Carmolí.
 
Cuatro años después de la plantación, a pesar de lo duro del terreno, la mayor parte de las plantas habían arraigado exitosamente y así aparecía reflejado en el blog de ARBA Murcia.


Ejemplar de almarjo en 2018, cuatro años después de la plantación.


Ejemplar de almarjo en 2018, cuatro años después de la plantación.
 
Ejemplar de sosa alacranera (Salicornia fruticosa) en 2018, cuatro años después de la plantación.
 
Sin embargo, la catastrófica DANA de septiembre de 2019 mantuvo toda la zona de plantación sumergida bajo el agua durante más de un mes, debido a la enorme subida del nivel del Mar Menor. Esto hizo que muchas de las plantas que llevaban 5 años implantadas con éxito perecieran. Sin embargo, en una reciente visita al sector más occidental del saladar pudimos constatar que algunas áreas de la plantación habían sobrevivido a la DANA y quedaban bastantes ejemplares, tanto de sosa alacranera como de almarjo, supervivientes. 

En la actualidad, almarjos y alacraneras presentan este saludable aspecto. 








Esperemos que estos ejemplares de almarjo se conviertan pronto en un nuevo núcleo efectivo poblacional de esta especie, de forma que comiencen a reproducirse en la zona y contribuyan a la conservación de esta planta singular. 

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Nuestro objetivo es dejar un medio ambiente mejor a los que vienen detrás de nosotros. Queremos recuperar los bosques y arbustedas que hace siglos cubrían nuestros montes. ¿Te animas a echar una mano? Puedes venir a colaborar con nosotros físicamente y poner tus manos y tu trabajo, o, si no tienes esa posibilidad, puedes apoyar económicamente a ARBA Cartagena - La Unión y nosotros plantaremos esos árboles por ti. Tienes la información en nuestra web. 

domingo, 6 de septiembre de 2020

Historia natural del labiérnago negro o cuando Europa era una selva.

Se conservan en las Islas Canarias, Azores y Madeira los restos de unos auténticos bosques fósiles que durante la Era Terciaria, hace 25 millones de años, cubrieron de verde el continente europeo y las orillas del Mar Mediterráneo: son las denominadas laurisilvas macaronésicas. Durante el periodo terciario, el clima de la Tierra era mucho más cálido que el actual y estos bosques húmedos subtropicales se extendían a lo largo de enormes superficies de Europa y norte de África, hasta que, hace aproximadamente unos 5 millones de años, la temperatura de nuestro planeta empezó a bajar, las precipitaciones se redujeron y estas selvas comenzaron a desaparecer, quedando, en un principio, refugiadas en las orillas del Mar Mediterráneo. 

 

Laurisilva en el Macizo de Teno en Tenerife.

Aquellas laurisilvas europeas se caracterizaban por un ambiente templado, umbroso y extraordinariamente húmedo. En ellas habitaban especies de árboles con hojas de tipo lauroide (como las del laurel), es decir, con forma lanceolada (como de lanza), brillantes, tersas y cubiertas de cera para la rápida evacuación del agua. Además, gran cantidad de helechos y musgos tapizaban el suelo del bosque y las ramas de los árboles y numerosas lianas y especies trepadoras ascendían por los troncos de los árboles en busca de luz.

Laurisilva en el Parque Nacional de Garajonay en la isla de La Gomera.  

Con el enfriamiento glaciar del Pleistoceno, hace sólo unos 3 millones de años, hizo su aparición el clima mediterráneo en la cuenca de este mar y este hecho determinó la  casi completa sustitución de estas últimas formaciones de laurisilva mediterráneas por bosques de plantas denominadas esclerófilas, es decir, de hojas duras, casi acorazadas, tales como las encinas, los alcornoques o las coscojas, preparadas para resistir los rigores de los veranos tórridos y secos propios de nuestro clima. Las laurisilvas terminaron desapareciendo definitivamente de Europa y África y quedaron relegadas a sus actuales refugios en las islas Canarias, Azores y Madeira como últimos testigos supervivientes de aquellos primitivos bosques, junto con algunas manchas relícticas en algunos valles muy encajados y protegidos del Parque Natural de los Alcornocales, en la Provincia de Cádiz.  

Las especies mediterráneas de origen subtropical.

A pesar de haberse extinguido las laurisilvas del continente europeo, sin embargo, algunas especies cuyo origen está en aquellos bosques prehistóricos consiguieron adaptarse y hacerse un hueco entre los nuevos bosques mediterráneos. Así, madroños (Arbutus unedo),  bojes (Buxus sempervivens y B. balearica), durillos (Viburnum tinus), mirtos (Myrtus communis) o labiérnagos de hoja ancha (Phillyrea latifolia) evolucionaron y encontraron asiento a la sombra de los nuevos bosques de encinas, quejigos y alcornoques. En todas ellas pervive todavía la memoria de aquellas selvas húmedas en sus hojas de formas lauroides.

Durillo (Viburnum tinus).

Madroño (Arbutus unedo).

Boj balear (Buxus balearica).

Labiérnago de hoja ancha (Phillyrea latifolia).
 

Mirto o murta (Myrtus communis) en el Campillo de Adentro. Fotografía de Eduardo Agüera.

También algunas trepadoras, como zarzaparrillas (Smilax aspera), madreselvas (Lonicera implexa) o clemátides (Clematis cirrhosa) evolucionaron para adaptarse a las nuevas condiciones climáticas y podemos encontarlas hoy formando parte esencial de los bosques de la cuenca mediterránea.

Zarzaparrilla (Smilax aspera)

En general, se trata de especies que han conseguido protegerse de la dureza de los veranos mediterráneos habitando en las zonas más resguardadas y sombrías de nuestras sierras. En los municipios de Cartagena y La Unión las podemos encontrar siempre en las umbrías y con carácter relíctico. Hace ya unas semanas publicamos una entrada en este blog en la que os hablábamos sobre los madroños, su origen subtropical y su existencia en nuestros montes.

Sobre la presencia del boj balear (Buxus balearica), otra especie cuyo origen se remonta a las laurisilvas del terciario, en las sierras de Cartagena hay una curiosa historia: en 1943 se recogió un pliego de herbario de esta especie que fue depositado en el Real Jardín Botánico de Madrid con la genérica denominación de procedencia de 'Sierras de Cartagena'. Desde entonces, no ha sido posible encontrar ni un sólo ejemplar vivo de boj balear en toda la Región de Murcia. Sin embargo, su distribución formando un arco a lo largo de las sierras litorales de Granada, Málaga, Almería y Mallorca, hacía muy plausible su presencia en las zonas más húmedas y resguardadas de las sierras de Cartagena y la especie fue incluida en el Catálogo de Flora Silvestre Protegida de la Región de Murcia (Decreto50/2003) en la categoría de 'extinguido en sus poblaciones naturales'

Entre 2003 y 2004, la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE) llevó a cabo un experimento de reintroducción de esta especie en las sierras de Cartagena en una finca en la Loma de las Carrascas, bajo Peñas Blancas, por medio de ejemplares obtenidos por estaquillado. A pesar de cierta mortalidad en los dos primeros años, muchos de los bojes consiguieron implantarse con éxito y siguen con vida hoy día en el monte. Nosotros los vimos en 2012 y presentaban este aspecto:

Boj balear de ocho años bajo Peñas Blancas en 2012. 

Con posterioridad a la aprobación del decreto de flora protegida, se hicieron análisis genéticos al pliego de herbario de 1943 y los resultados obtenidos concluían que el material no procedía de las sierras de Cartagena. Sin embargo, los bojes plantados por ANSE en 2003 bajo Peñas Blancas siguen vivos. Nosotros pudimos visitarlos de nuevo en 2019 y, 16 años después, se encuentran en un excelente estado y presentan crecimientos muy notables.
 
Con respecto al durillo (Viburnum tinus), los ejemplares más cercanos a Cartagena y La Unión se encuentran en Carrascoy y Sierra Espuña. Existe una cita oral de su presencia dentro de la base naval de La Algameca, si bien podría tratarse de un ejemplar asilvestrado procedente de un jardín, ya que la especie se cultiva como ornamental.
 
Los labiérnagos en las Sierras de Cartagena y La Unión.   

Tres son las especies de labiérnagos que, en principio, se dan en los bosques mediterráneos ibéricos: el labiérnago de hojas estrechas (Phillyrea angustifolia), el labiérnago de hojas anchas (Phillyrea latifolia)  y el labiérnago de hojas intermedias (Phillyrea media).  

El labiérnago de hojas estrechas (Phillyrea angustifolia) es una especie propia de encinares. Se diferencia de las otras dos especies de labiérnago por tener, lógicamente, las hojas más angostas y el borde liso.

Phillyrea angustifolia - labiérnago de hojas estrechas- en flor en la rambla del Campanero en Valdelentisco. 

El labiérnago de hojas anchas (Phillyrea latifolia) tiene las hojas más anchas y el borde serrado. El labiérnago de hojas medias (Phillyrea media) tiene características intermedias entre las dos especies.

 

Phillyrea latifolia - labiérnago de hojas anchas-.

En la Región de Murcia, sólo están presentes Phillyrea angustifolia, no demasiado rara, y Phillyrea media, declarada en peligro de extinción. 

El labiérnago de hojas estrechas (Phillyrea angustifolia) en Cartagena y La Unión.

En las Sierras de Cartagena y La Unión, el labiérnago de hojas estrechas (Phillyrea angustifolia) es una especie escasa, con contados ejemplares aislados por la rambla de Valdelentisco, en el Campillo de Adentro o en la zona de Atamaría.

Phillyrea angustifolia en la sierra minera, en la zona de Atamaría.  

La mejor población de Phillyrea angustifolia en los montes de Cartagena y La Unión la podemos encontrar en la cumbre del Sancti Spíritus, en la sierra minera, donde hay un grupo con varios ejemplares de buen porte que fructifican regularmente y que se están regenerando por el entorno, con numerosos brinzales medianos y pequeños dispersos por la zona.

Phillyrea angustifolia con fruto en la cima del Sancti Spíritus de La Unión.

Gran ejemplar de Phillyrea angustifolia en la cima del Sancti Spíritus.  
 
Durante los tres últimos años hemos estado recogiendo semillas de esta especie de los ejemplares del Sancti Spíritus y hemos estado produciendo plantones con los que estamos reforzando la población de labiérnagos de la Sierra Minera en nuestro proyecto 33 en verde, sólo unos pocos centenares de metros más abajo de la población original.
 
 
Uno de los labiérnagos (Phillyrea angustifolia) plantados en nuestro proyecto de La Unión.
 
Phillyrea angustifolia tiene una protección menor en el  Catálogo de Flora Silvestre Protegida de la Región de Murcia (Decreto50/2003) ya que está clasificada como 'especie de interés especial'.
 
El labiérnago negro (Phillyrea media), una ¿especie? en peligro de extinción.

Phillyrea media es una especie de labiérnago que tiene características intermedias entre el labiérnago de hojas anchas y el de hojas estrechas. Su presencia en la Región de Murcia se cifra en contadísimos ejemplares dispersos por las sierras de la región. 

En los años 90, el biólogo de ANSE Jorge Balibrea descubrió un ejemplar solitario mientras trepaba por los riscos de la umbría de la Sierra de La Muela en busca de madroños. De aquel individuo recolectó estaquillas que se plantaron y de las cuales se produjo un único ejemplar que se encuentra hoy día en el vivero que ANSE tiene en el Barrio de la Concepción de Cartagena. 

Otro gran labiérnago negro fue descubierto en el Barranco de La Mina de Carrascoy, en Murcia sobre suelos cargados de yesos. Del mismo se extrajeron también esquejes y la Asociación Lafuentea llevó a cabo una actividad de refuerzo poblacional con la plantación de varios plantones clonales en los alrededores del ejemplar madre.

Phillyrea media de grandes dimensiones en el Barranco de la Mina de Carrascoy. Fotografía de José Antonio López Espinosa.

 
Phillyrea media producida de esquejes y plantado cerca de la planta madre por la Asociación Lafuentea. 
 
Durante los últimos diez años, se han venido produciendo el descubrimiento de nuevos individuos de esta especie, tanto en Murcia como en Cartagena. Nuestro compañero José María Acosta, ha encontrado hasta 8 ejemplares más de esta especie en la sierra de Carrascoy de Murcia en el entorno del Majal Blanco, el Valle Perdido y el Pico del Relojero. 
 
Phillyrea media descubierta en la finca del Majal Blanco en Carrascoy. 
 
Por nuestra parte, en ARBA Cartagena hemos encontrado un  segundo ejemplar en la umbría de la Sierra de La Muela cercano al descubierto por Jorge Balibrea hace años y, recientemente, este pasado mes de agosto, un tercero más en una solana del Pico de La Peladilla, frente a la umbría de La Muela. 

Phillyrea media en el Pico de la Peladilla, al fondo la umbría de la Sierra de La Muela. 
 
Por razón de su escasísima presencia dentro de nuestra región, Phillyrea media está catalogada como especie en peligro de extinción dentro del Catálogo de Flora Silvestre Protegida de la Región de Murcia (Decreto50/2003)
 
A pesar de haber sido descrita en el siglo XVIII por Carlos Linneo, el padre de la nomenclatura binomial científica de plantas y animales, y de aparecer recogida con esta denominación en la legislación regional como especie en peligro de extinción, la categorización de Phillyrea media como especie independiente es puesta en entredicho por numerosas fuentes especializadas. 

Flora Ibérica, la publicación científica del Real Jardín Botánico de Madrid, no la contempla como especie y considera Phillyrea media como sinónimo de Phillyrea latifolia. Otros autores optan por conceptuar al labiérnago de hojas intermedias como un híbrido entre el labiérnago de hojas estrechas y el de hojas anchas. 

Los planes de ARBA para Phillyrea media.

 
Phillyrea media se encuentra en una situación delicada en la Región de Murcia. Posiblemente debido al aislamiento de los individuos y, seguramente, como consencuencia de cierta autoincompatibilidad (incapacidad para autopolinizarse), los labiérnagos de hojas intermedias silvestres conocidos no producen apenas fruto y, en caso de producirlo, resulta estéril. Ni siquiera lo hace el gran labiérnago del Barranco de la Mina a cuyo alrededor se plantaron 11 plantones clonados del mismo con el objetivo de aumentar las posibilidades de fructificación. El ejemplar conservado en el vivero de ANSE tampoco produce fruto fértil. El futuro de esta especie, por lo tanto, resulta extraordinariamente comprometido en nuestra región a medio plazo.
 
Nuestra asociación de ARBA Cartagena-La Unión, conjuntamente con ARBA Murcia y la Asociación Residuo Cero Región de Murcia, ha presentado un pequeña propuesta de recuperación de Phillyrea media a la Dirección General del Medio Natural con acciones para llevar a cabo tanto en Murcia como en Cartagena. Por un lado, nos proponemos la reproducción clonal de todos los ejemplares silvestres conocidos en Carrascoy y La Muela y su plantación conjunta en el Vivero de El Valle con el fin de crear un núcleo de reproductores ex-situ que sirva para la producción de semilla fértil en el futuro. Por otro lado, hemos planteado el reforzamiento de las poblaciones de Carrascoy y La Muela con la implantación junto a los individuos silvestres de clones de otros ejemplares a su alrededor, con el objetivo de conseguir la polinización cruzada y la fructificación de los mismos. En el caso de los labiérnagos cartageneros, esta acción de reforzamiento se llevaría a cabo dentro del proyecto de restauración forestal del área incendiada de la Sierra de La Muela
 
Precioso ejemplar de hojas lauroides del Valle Perdido en Carrascoy, Murcia. 
 
Realmente, no sabemos si Phillyrea media es una especie en sí misma o, más bien, es un híbrido de dos especies diferentes, como proponen muchos botánicos. En cualquier caso, ¡qué más da! Se trata de una joya botánica que guarda en sus genes, más o menos puros, la impronta de aquellas selvas prehistóricas europeas del terciario y que merece la pena conservar para las generaciones futuras como un testigo del pasado de nuestra historia geológica. 

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miércoles, 26 de agosto de 2020

Las palmeras del Levante. Phoenix iberica, una palmera autóctona del sureste ibérico.


"Judea es verdaderamente célebre por las grandes palmeras, cuya naturaleza será ahora referida. Sin duda, hay palmeras profusamente en Europa y en Italia, pero no dan fruto. En las costas de Hispania sí llevan fruto, pero es de sabor áspero; en África, sin embargo, el fruto es dulce, pero rápidamente se corrompe". 


Palmera datilera en un mosaico bizantino de Túnez.

De esta manera describía en el siglo I d.C el escritor romano Plinio el Viejo, las palmeras de las orillas del Mar Mediterráneo en el libro XIII de su Naturalis Historia. Ya en este texto de Plinio se avanza uno de los descubrimientos más sorprendentes de la flora ibérica de los últimos tiempos: la existencia de una palmera autóctona del Levante español. Pero antes de relatar su descubrimiento, vamos a contaros un poco sobre las diversas especies de palmeras presentes en nuestras tierras.

Las diferentes especies de palmeras en el sureste ibérico. 

Hasta hace bien poco tiempo se describía al palmito (Chamaerops humilis) , junto con la palmera de Creta (Phoenix teophrasti), como las únicas palmeras autóctonas del continente europeo, dándose por supuesto que la palmera datilera (Phoenix dactilyfera) había sido introducida en Iberia en tiempos inmemoriales por los fenicios y su cultivo había sido extendido y promovido posteriormente en las huertas de Alicante, Valencia y Región de Murcia por los árabes.
 
Palmitar bajo Peñas Blancas en el Parque Regional de la Sierra de La Muela, Cabo Tiñoso y Roldán, Cartagena. 


El palmito (Chamaerops humilis).  
 
El palmito es un arbusto fundamental en los ecosistemas del sureste, dando estructura a numerosos hábitats de nuestros montes y, junto con el lentisco  (Pistacia lentiscus), conforma la vegetación potencial de buena parte del Campo de Cartagena. También está presente de manera estructural en los hábitat de cornicales de Periploca angustifolia, en los bosques de ciprés de Cartagena (Tetraclinis articulata) y en los sabinares costeros de Juniperus phoenicea, entre otros. 

En su descripción de los montes de Cartagena de 1589, Fray Jerónimo Hurtado ya menciona la abundante presencia de esta especie en nuestros campos:
 
"En cuanto al monte, es lo más lentisco y esparto... algunos pinos y acebuches y enebros y muchas palmeras de las pequeñas"
 
Palmitar en el entorno de Galifa, con la Sierra de La Muela al fondo.

El palmito era denominado en Cartagena palmera o margallón, término éste procedente del catalán, y forma parte esencial del paisaje y la etnografía del Campo de Cartagena. La fibra de palmito se usaba tradicionalmente en nuestra comarca en la confección de todo tipo de artículos de cestería y cordelería, escobas, calzado, vestimentas o, incluso, rellenos de colchones (llamados 'moños'). En el museo arqueológico de Cartagena se conservan dos bonetes y un gorro cubre-espaldas de época romana realizados todos con fibra de palmito con el que los esclavos de la minería se protegían la espalda y la cabeza de la pesada carga del mineral que llevaban sobre sus hombros.  

Bonetes de época romana realizados con fibra de palmito en el Museo Arqueológico de Cartagena. 
 
Con la hoja del palmito se elaboraban objetos ornamentales denominados 'castillos' que eran colocados en jarrones para decorar. 

Castillo elaborado con hojas de palmito por doña Pepita Madrid Torres. A la derecha, en un jarrón con espigas de trigo y flores secas.

El palmito era también protagonista de ciertas festividades, como las de San Antón (17 de enero) o del día de la Candelaria (2 de febrero),  en las que se solían celebrar las tradicionales 'palmitás': salidas al campo en las que se consumían crudos los cogollos del palmito.

Debido al expolio secular al que hemos sometido a nuestros montes, estamos acostumbrados a categorizar a los palmitos como palmeras de porte enano. Sin embargo, en lugares apartados donde no ha llegado el hacha del hombre ni los rebaños de cabras y ovejas, éstos pueden llegar a vivir varios siglos y alcanzar portes de hasta seis o siete metros, como los ejemplares que descubrió nuestro compañero Eduardo Agüera en el acantilado del Poyo de la Raja, en Cabo Tiñoso.  En Marruecos, Jesús Charco en su libro 'el bosque mediterráneo en el norte de África', cita la presencia de palmitos de entre 13 y 15 metros de altura en el interior de los morabitos, tumbas de santos, donde la vegetación es conservada intacta por respeto a lo sagrado del lugar. Podríamos, tal vez, imaginar en épocas pretéritas palmitos de esos portes en los suelos profundos y fértiles del Campo de Cartagena hoy ocupados por la agricultura intensiva.


Palmitos del Poyo de la Raja, catalogados como árboles monumentales. Fuente de la fotografía: árboles monumentales de Murcia y Cuenca del Segura. Tudmiria.
 
La palmera datilera (Phoenix dactylifera)
 
La palmera datilera viene formando parte del paisaje tradicional del Levante desde hace milenios. Así, por ejemplo, representaciones de palmeras datileras aparecen ya en emisiones monetarias cartaginesas ibéricas del siglo III a.C.


Shekel de plata cartaginés, emitido muy posiblemente en la ceca púnica de Qart Hadasht, actual Cartagena, en el siglo III a.C y que representa - supuestamente- a Anibal en una cara y a un caballo sobre una palmera datilera en la otra. 

Introducida la palmera datilera desde tiempos inmemoriales, probablemente por los fenicios, su cultivo fue extendido y fomentado por los árabes a lo largo de todo Levante, uniéndose íntimamente a la cultura tradicional del sureste de España y conformando parte esencial de la memoria y el patrimonio etnográfico de buena parte de las provincias de Alicante, Murcia, Almería y Valencia.  
 
 Palmera datilera monumental de 12 brazos en el pueblo de La Palma de Cartagena. Fotografía de José Antonio López Espinosa

Así, el cuadrante suroriental de la Península Ibérica conserva los mejores y mayores palmerales de toda Europa, destacando, en primer lugar, el Palmeral de Elche, declarado patrimonio de la humanidad, pero también los de Orihuela, Abanilla o Archena. 
 
En Cartagena, las palmeras datileras fueron protegidas en 1738 por las ordenanzas del Concejo para evitar que fueran esquilmadas.  
 
Por cuanto se experimenta mucha falta de leña en los montes y baldíos de esta ciudad, ordenamos y mandamos que en ellos ninguna persona pueda arrancar ni quemar palmeras y sí sólo rozarlas para que se puedan servir de las palmas para quemar los hornos u otros menesteres a que se aplican, pena que lo contrario por cada palmera que arranquen o corten, doscientos maravedís, aplicado conforme a la ordenanza, y por la segunda, doblada la pena y quince días de cárcel.

En Cartagena existió un extenso palmeral en lo que hoy es el Barrio de la Concepción, denominado el Huerto de los Palmeros, propiedad de don Luis Angosto y que tuvo que ser ciertamente llamativo, pues fue el motivo principal de numerosas postales que se editaron a principios del siglo pasado. La corta distancia a la que fueron plantados indica que su fin era el de proteger con su sombra los cultivos en su interior. Este precioso palmeral desapareció tristemente hacia 1935 con los nuevos planes urbanísticos del siglo XX en la ciudad que supusieron la construcción de las viviendas de lo que actualmente se conoce como La Conciliación. 

Vista del antiguo puente de Quitapellejos sobre la rambla de Benipila con el Huerto de Los Palmeros al fondo.

Huerto de los palmeros en el Barrio de la Concepción de Cartagena hacia 1915. Al fondo se aprecia el castillo de La Atalaya.

También contó con un extenso palmeral el Monasterio de San Ginés de La Jara, hoy lamentablemente expoliado y arruinado, tanto el cenobio como su huerto.

 Fotografía antigua del huerto del Monasterio de San Ginés.

La palmera datilera está indisolublemente unida a la memoria de los jardines y huertos del Levante. De la palmera datilera se han utilizado sus dátiles en alimentación, tanto humana como animal, sus hojas en cestería y cordelería y sus troncos como vigas en construcción y como colmenas en apicultura. 
 
Palmeras del huerto de la casa conocida como 'la 1900' en la Media Sala de Cartagena.  
 
No podemos olvidar tampoco el uso religioso de las palmeras que eran encapirotadas para producir palmas blancas para la Semana Santa. 

Palmas del domingo de ramos en Cartagena.
 
Enlazamos aquí un fragmento de una interesante conferencia de Concha Obón de Castro, bióloga especializada en palmeras en la Universidad Miguel Hernández de Elche.

 
La palmera canaria (Phoenix canariensis).
 
La palmera canaria se diferencia de la palmera datilera por su estípite (tronco) más regular, ancho y cilíndrico, sus hojas más cortas y sus dátiles más pequeños y no comestibles. Por su mayor regularidad y mayor calidad estética con respecto a la palmera datilera se viene utilizando en jardinería desde hace muchísimos años y su cultivo como ornamental se ha extendido por todo el mundo. En Cartagena, podemos ver los preciosos ejemplares centenarios del monumento a los héroes de Cavite y Santiago de Cuba.  
 
En la plaza de los héroes de Cavite y Cuba de Cartagena podemos contemplar ejemplares juntos de las dos especies: los más antiguos y de tronco más regular y recto son las palmeras canarias, los de porte más irregular son las palmeras datileras.
 
La palmera ibérica de rambla (Phoenix iberica). 
 
Los palmereros que se dedicaban al manejo y explotación tradicional de las palmeras en el sureste de España solían hablar de un grupo de palmeras de rambla en la zona de Abanilla como diferentes del resto de palmeras datileras con las que ellos solían trabajar. Estos palmereros venían usando tradicionalmente el polen de estas palmeras presentes en la zona del río Chícamo  para machear las palmeras datileras hembras de otras zonas, ya que los machos de estas peculiares palmeras producía polen muy fértil y abundante, mientras que el polen de las palmeras datileras cultivadas solía ser menos copioso y de peor calidad. Se diferenciaban también estas palmeras de Abanilla por sus dátiles más pequeños y su sabor poco agradable. 

 Palmeras de la rambla de Abanilla encapirotadas para las procesiones de Semana Santa, posibles ejemplares híbridos entre palmera datilera y palmera ibérica.  Fotografía de Eduardo Agüera Bastida.
 
En un principio, estas palmeras de las ramblas de Abanilla, habían sido categorizadas como ejemplares asilvestrados  procedentes de semillas de palmeras datileras cultivadas. Sin embargo, el estudio de las características morfológicas de este grupo de ejemplares presentes en el río Chícamo llevó en 1997 a los botánicos Diego Rivera, S.Ríos y C.Obón de las Universidades de Murcia y Elche a describir para la ciencia una nueva especie de palmera, diferente de la palmera datilera, a la que denominaron Phoenix iberica basándose en diferencias morfológicas, tales como hojas de color verde-glauco ( con aspecto plateado) , foliolos rígidos (cada una de las divisiones de la hoja) y acantófilos (foliolos transformados en espinas en la base de la hoja) gruesos y en diferentes planos, incluso perpendiculares, con respecto al raquis de la hoja, en la parte basal de la misma. Además, como ya había descrito Plinio en el siglo I, sus dátiles eran pequeños, con mucho hueso y poca carne y tenían un sabor áspero. 

 
Posibles ejemplares de Phoenix iberica en la rambla de El Gorguel (Cartagena).

De momento, la publicación flora ibérica del Real Jardín Botánico de Madrid no da validez a esta nueva especie en sus ediciones. Sin embargo, lo que en un principio fue una hipótesis basada en diferencias morfológicas ha sido posteriormente confirmado por análisis genéticos. El estudio del ADN de las palmeras ibéricas ha determinado que estas palmeras levantinas pertenecen a un grupo diferente del de las palmeras del Mediterráneo Oriental y conforman un grupo de palmeras occidentales distinto junto con la palmera canaria (Phoenix canariensis), la palmera de Creta (Phoenix teophrasti) y la palmera de Cabo Verde (Phoenix atlantica). Con posterioridad, pruebas paleontológicas han ido confirmando también la hipótesis de la existencia de una especie de palmera endémica de nuestras ramblas. 
 
   
Posibles palmeras ibéricas en El Gorguel (Cartagena).
 
Tras la descripción de Phoenix iberica en Abanilla, posibles individuos de esta especie han ido apareciendo en nuestra zona en La Manga, El Gorguel o Calblanque, a falta de confirmación por medio de análisis genéticos o morfológicos especializados. Para complicar un poco el asunto, Phoenix iberica y Phoenix dactylifera se hibridan con facilidad dando lugar al híbrido Phoenix x abanillensis.
 
Resulta difícil tener una visión amplia del hábitat correspondiente a estos palmerales debido a lo exiguo de su representación y a la falta de estudios profundos sobre éste. En Abanilla se presenta sobre suelos margosos en cauces de ramblas con un nivel freático alto y algo de salinidad, típicamente junto con comunidades de tarays (Tamarix canariensis). Según la nomenclatura de la Unión Europea, las comunidades de palmeras endémicas se categorizan como hábitat prioritario con el código 9370 * Palmerales de Phoenix sp. y así se recoge en el manual de interpretación de hábitats naturales y seminaturales de la Región de Murcia.

Palmeras y tarays en el cauce del río Chícamo en Abanilla.
 
Muy posiblemente, su utilidad como productoras de polen fértil ha sido lo que ha salvado al grupo de palmeras ibéricas de Abanilla de la desaparición, sin embargo, la situación poblacional de la especie a nivel nacional no es halagüeña. La palmera ibérica está amenazada por la hibridación con la palmera datilera, por la pérdida y alteración de su hábitat y por la introducción de plagas foráneas, como la del picudo rojo. Por lo reciente de su descubrimiento, la palmera de rambla carece por completo de protección legal, si bien debería ser merecedora de atención por parte de la administración y de la redacción de un plan de recuperación y reforzamiento de sus poblaciones.

Los proyectos de ARBA para la recuperación de Phoenix iberica.
 
Desde la Asociación para la Recuperación del Bosque Autóctono queremos aportar nuestro pequeño granito de arena en la conservación de esta especie emblemática de la flora del sureste. 
 
Dentro de nuestro proyecto de restauración forestal en la finca de El Rentero en el Parque Natural de Calblanque, en ARBA Cartagena-La Unión vamos a incluir una acción de refuerzo poblacional del palmeral existente en el entorno de las salinas. A la espera de confirmación por parte de algún ojo experto, para nosotros, los ejemplares de palmeras de Calblanque podrían presentar características propias de Phoenix iberica o de su híbrido con la palmera datilera, como son los foliolos en diferentes planos, con algunos de éstos en sentido vertical con respecto a la base de la hoja. 

Restos del antiguo palmeral en el entorno de las salinas de Calblanque.
 
Este grupo de palmeras fue expoliado en los años 80-90 cuando decenas de ellas fueron extraídas y robadas y es nuestro propósito el de recuperar este palmeral con la plantación de algunas decenas de ejemplares de Phoenix iberica en el entorno de la Finca de El Rentero. 

Detalle de los foliolos en diferentes planos de las palmeras de Calblanque.

Por otro lado, nuestros compañeros de ARBA Murcia tienen en proyecto la recuperación, limpieza y restauración forestal de un humedal situado en Molina de Segura, en la denominada Charca de los Tarays. Se trata de un apasionante proyecto de recuperación de un entorno de badlands de yesos, degradado, pero que conserva numerosos valores naturales, entre ellos la presencia de numerosas especies gipsófilas, es decir, adaptadas a suelos con presencia de sales y yeso, tales como Limonium caesium o Teucrium libanitis
 
La Charca de los  Tarays en Molina de Segura. Fotografía de La Verdad
 
Entre las especies con las que nuestros compañeros pretenden restaurar este espacio natural se encuentran los olmos (Ulmus minor) y los álamos blancos (Populus alba), presentes en el curso de la rambla que alimenta la charca, así como lentiscos (Pistacia lentiscus), tarays (Tamarix boveana) y (Tamarix canariensis) y palmera de rambla (Phoenix iberica), de la que se pretende establecer un buen núcleo de población con semillas recogidas de las palmeras del río Chícamo. 

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Nuestro objetivo es dejar un medio ambiente mejor a los que vienen detrás de nosotros. Queremos recuperar los bosques y arbustedas que hace siglos cubrían nuestros montes. ¿Te animas a echar una mano? Puedes venir a colaborar con nosotros físicamente y poner tus manos y tu trabajo, o, si no tienes esa posibilidad, puedes apoyar económicamente a ARBA Cartagena - La Unión y nosotros plantaremos esos árboles por ti. Tienes la información en nuestra web. 

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* Las palmeras del Chícamo. Diego Rivera.